4.8.12

La esclavitud del siglo XXI

No sé si les ha pasado en algún momento eso de ir aplazando proyectos por cualquier circunstancia. Uno de mis proyectos aplazados era un informe sobre lo que se considera la esclavitud del siglo XXI, es decir, la trata de personas. 


La historia comenzó hace cuatro años cuando asistí a una rueda de prensa de la Organización Iternacional para las Migraciones y empecé a escuchar con atención de qué se trata ese delito que hoy tiene vacíos legales para su judicialización y del cual se estima que son víctimas, alrededor de 12 millones de personas en el mundo. También se dice que es el tercer negocio más lucrativo del mundo y que Colombia ocupa uno de los primeros lugares con mayor número de víctimas. 


Días después conocí la Corporación Espacios de Mujer. Me atrevería a decir que es la única entidad en la ciudad que conoce de cerca el drama de las víctimas de este delito que va en aumento y que registra día a día nuevos y aberrantes casos de mujeres, menores y homosexuales que caen en redes de trata de personas para ejercer la prostitución, el matrimonio servil y la mendicidad en otros lugares del mundo. 


La inquietud aumentó y empecé mi búsqueda de un caso que me pudiera retratar y casi dos años después conocí el de una chica de Medellín, contado por el IPC y me dediqué a tratar de contactarla. Nunca fue posible. 
Este año, retomé el tema y aparecieron otros igual de escalofriantes. Conocí el trabajo de unos jóvenes en la ciudad para la prevención de este delito, por estar en condiciones sociales vulnerables y me acerqué a pagar esa deuda profesional que tenía desde hace tanto tiempo. 


Para quienes deseen conocer el resultado, aquí está el informe que realicé para la sección Con Lupa de Noticias Telemedellin: Trata de personas, la esclavitud del siglo XXI

2 comentarios:

  1. Es una situación espeluznante, lo peor es que muchas personas creen que en nuestro país no existe. Me gustó mucho cómo abordaste el tema desde los hechos y las cifras.

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  2. Sí, Angy, es un delito silencioso que día a día gana terreno hasta en las situaciones menos esperadas. Sus modalidades y las historias detrás de victimas y victimarios dejan mucho qué desear sobre la labor de las autoridades en judicialización, y hasta del mismo Gobierno en su lentitud para desarticular esas redes.

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